viernes, 25 de febrero de 2011

Assange-Marcola...

Ocurrió, una vez más, la inversión del efecto mariposa. Un tsunami en el Pacífico Sur provoca el vuelo de una mariposa en Toronto. El caso Wikileaks muestra otra de las infinitas piezas de la infinita nada de la cultura contemporánea.

es la forma en la que está hecho el mundo hoy. Siempre caemos en la misma trampa. Una complicada trama internacional de redes, medios, espías, diplomacia, secretos, extorsiones. La nube crece hasta alcanzar una dimensión y una densidad aterradoras. Hay hackers, hay cientos de miles de documentos secretos, hay operaciones de espionaje del departamento de Estado norteamericano a través de las embajadas, hay extorsiones y amenazas, se esperan (se anuncian, se profetizan) crisis de la diplomacia internacional y sabotajes informáticos a gran escala. Pero hay una falla en toda esta enorme formación: sólo aparece plegada o plegándose sobre sí misma: conforme se arma, ya ha comenzado a deshilacharse y a perderse en la misma nada de la que ha surgido.

Así y todo, parecería que por un instante glorioso y unánime se levanta algo con la forma de una amenaza total. Cierto desbalance de la estructura nos vuelve milenaristas ansiosos y entusiastas, pues parece apuntar al fin de algo, quizas a la clausura definitiva de una era (y quizás, también quizás, quién sabe, al germen de algo nuevo). Fin de la era del periodismo, fin de la era de la diplomacia, fin de la era de la opinión pública, de la era liberal burguesa, de la era de la política y la ideología. Nos pasamos la vida esperando la venida gloriosa de Julian Assange, un hacker heroico y valiente que le inyecte al mundo liberal indiferente de la información una sobredosis caliente y letal de sí mismo. Y en este momento exacto estamos esperando que colapsen las bolsas de la información internacional y que el imaginario espeso de las redes y los informativos se hunda en una rápida y devastadora reacción en cadena: ese mundo surgió de la nada, de nada era y a la nada debe volver.

Julian Assange es un prolijo Marcola digital del Primer Mundo, es la promesa trascendente de un terrorismo global nacido del propio metabolismo del capitalismo mediático —y hasta de su costado más sucio, se diría: registros, filmes, cámaras ocultas, secretos, extorsiones, sobornos, infamias. Su figura, como la de Marcola, habla del deseo milenarista y lo construye.

Ese es el clamor urgente de las voces que simpatizan con la agramaticalidad inherente de la información y la comunicación contra la organización burguesa, clásica o iluminista de la idea. Una esperanza atolondrada depositada en la nueva aluvionalidad del mundo informacional contra la jerarquización de la verdad.

Pero si entendemos el adjetivo “burgués” en un sentido literario culturalista (educación, ideología, política, derecho, periodistas, intelectuales, cuadros cultos y literarios) y no, clásicamente, como “propietarios de los medios de producción”, hay que resignarse definitivamente al hecho indeleble de que el capitalismo global contemporáneo ya no es en absoluto “burgués”, que ya se divorció hace rato de los viejos temas burgueses del sujeto, la ley, la verdad, la escritura y la novela. Y, quizás, estos viejos temas burgueses, sean, hoy, otra vez, revolucionarios. O quizas sean, por lo menos, la forma de una resistencia lúcida y justa.

Entrevista al narcocapo "Marcola"

O Globo

Sábado, 15 de enero de 2011

Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son

lentos, burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en

tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo

Marcos Camacho, más conocido por el sobrenombre de Marcola, es el máximo dirigente de una organización criminal de Sao Paulo (Brasil) denominada Primer Comando de la Capital (PCC).

Las respuestas de Marcola nos aproximan a lo que puede ser el futuro de la delincuencia común en América Latina.

O Globo: ¿Usted es del PRIMER COMANDO DE LA CAPITAL (PCC)?

Marcola: Más que eso, yo soy una señal de estos tiempos. Yo era pobre e invisible. Ustedes nunca me miraron durante décadas y antiguamente era fácil resolver el problema de la miseria. El diagnóstico era obvio: migración rural, desnivel de renta, pocas villas miseria, discretas periferias; la solución nunca aparecía… ¿Qué hicieron? Nada. ¿El Gobierno Federal alguna vez reservó algún presupuesto para nosotros? Nosotros sólo éramos noticia en los derrumbes de las villas en las montañas o en la música romántica sobre "la belleza de esas montañas al amanecer", esas cosas…

Ahora estamos ricos con la multinacional de la droga. Y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social.

O Globo: Pero la solución sería…

Marcola: ¿Solución? No hay solución, hermano. La propia idea de "solución" ya es un error.

¿Ya vio el tamaño de las 560 villas miseria de Río? ¿Ya anduvo en helicóptero por sobre la periferia de San Pablo? ¿Solución, cómo? Sólo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta casi de una "tiranía esclarecida" que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice. Y del Judicial que impide puniciones. Tendría que haber una reforma radical del proceso penal de país, tendría que haber comunicaciones e inteligencia entre policías municipales, provinciales y federales (nosotros hacemos hasta "conference calls" entre presidiarios…)

Y todo eso costaría billones de dólares e implicaría una mudanza psicosocial profunda en la estructura política del país. O sea: es imposible. No hay solución.


O Globo: ¿Usted no tiene miedo de morir?

Marcola: Ustedes son los que tienen miedo de morir, yo no. Mejor dicho, aquí en la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo mandar matarlos a ustedes allí afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva "especie", ya somos otros bichos, diferentes a ustedes.

La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común.

¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja…! Yo leo mucho; leí 3.000 libros y leo a Dante, pero mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país.

No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Ya surgió un nuevo lenguaje. Es eso. Es otra lengua.

Está delante de una especie de post miseria.

La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes.


O Globo: ¿Qué cambió en las periferias?

Marcola: Mangos. Nosotros ahora tenemos. ¿Usted cree que quien tiene 40 millones de dólares como Beira Mar no manda? Con 40 millones de dólares la prisión es un hotel, un escritorio… Cuál es la policía que va a quemar esa mina de oro, ¿entiende? Nosotros somos una empresa moderna, rica. Si el funcionario vacila, es despedido y "colocado en el microondas".

Ustedes son el estado quebrado, dominado por incompetentes.

Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos, burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo. Nosotros estamos bien armados. Ustedes tienen calibre 38. Nosotros estamos en el ataque. Ustedes en la defensa. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Ustedes nos transformaron en "super stars" del crimen. Nosotros los tenemos de payasos. Nosotros somos ayudados por la población de las villas miseria, por miedo o por amor. Ustedes son odiados. Ustedes son regionales, provincianos. Nuestras armas y productos vienen de afuera, somos "globales". Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros "clientes". Ustedes nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos.

O Globo: ¿Pero, qué debemos hacer?

Marcola: Les voy a dar una idea, aunque sea en contra de mí. ¡Agarren a "los barones del polvo" (cocaína)! Hay diputados, senadores, empresarios, hay ex presidentes en el medio de la cocaína y de las armas. ¿Pero, quién va a hacer eso? ¿El ejército? ¿Con qué plata?

No tienen dinero ni para comida de los reclutas. Estoy leyendo "Sobre la guerra", de Clausewitz. No hay perspectiva de éxito. Nosotros somos hormigas devoradoras, escondidas en los rincones. Tenemos hasta misiles anti-tanque. Si embroman, van a salir unos Stinger. Para acabar con nosotros… solamente con una bomba atómica en las villas miseria. ¿Ya pensó? ¿Ipanema radiactiva?

O Globo: Pero… ¿No habrá una solución?

Marcola: Ustedes sólo pueden llegar a algún suceso si desisten de defender la "normalidad". No hay más normalidad alguna. Ustedes precisan hacer una autocrítica de su propia incompetencia. Pero a ser franco, en serio, en la moral. Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida. Sólo la mierda. Y nosotros ya trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: " Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno".




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