miércoles, 28 de enero de 2009

Lewis Carroll





Lewis Carroll es el seudónimo por el que es conocido en la historia de la literatura Charles Lutwidge Dodgson (Daresbury, Cheshire, 27 de enero de 1832 - Guildford, Surrey, 14 de enero de 1898), sacerdote anglicano, lógico, matemático, fotógrafo y escritor británico, conocido sobre todo por su obra Alicia en el país de las maravillas.
Se ha dicho que sufrió un trauma infantil cuando se le obligó a contrarrestar su tendencia natural a ser zurdo; no hay, sin embargo, ninguna evidencia de que haya sido así. Sí sufrió de otra discapacidad: un tartamudeo que tendría efectos perjudiciales en sus relaciones sociales durante toda su vida.
En 1856, Dodgson descubrió una nueva forma de arte, la fotografía, primero por influencia de su tío Skeffington Lutwidge, y más tarde de su amigo de Oxford Reginald Southey y del pionero del arte fotográfico Oscar Gustav Rejlander.
Dodgson alcanzó pronto la excelencia en este arte, que convirtió en expresión de su personal filosofía interior: la creencia en la divinidad de lo que él llamaba belleza, que para él significaba un estado de perfección moral, estética o física. A través de la fotografía, Carroll trató de combinar los ideales de libertad y belleza con la inocencia edénica, donde el cuerpo humano y el contacto humano podían ser disfrutados sin sentimiento de culpa.
Dodgson escribió poesía y cuentos que envió a varias revistas y que le reportaron un éxito discreto.
El 4 de julio de 1862, fue cuando Dodgson inventó el argumento de la historia que más tarde llegaría a ser su primer y más grande éxito comercial. Él y su amigo, el reverendo Robinson Duckworth, llevaron a las tres hermanas Liddell (Lorina, de trece años, Alice, de diez, y Edith, de ocho) a pasear en barca por el Támesis. Según los relatos del propio Dodgson, de Alice Liddell y de Duckworth, el autor improvisó la narración, que entusiasmó a las niñas, especialmente a Alice.
Después de la excursión, Alice le pidió que escribiese la historia. Dodgson pasó una noche componiendo el manuscrito, y se lo regaló a Alice Liddell en las Navidades siguientes. El manuscrito se titulaba Las aventuras subterráneas de Alicia (Alice's Adventures Under Ground), y estaba ilustrado con dibujos del propio autor. Se especula que la heroína de la obra está basada en Alice Liddell, pero Dodgson negó que el personaje estuviera basado en persona real alguna.
Ha habido multitud de especulaciones sobre la posibilidad de que Dodgson hiciera uso de drogas psicoactivas, aunque no existe prueba alguna que respalde esta teoría. No obstante, la mayoría de los historiadores consideran probable que el autor utilizase de vez en cuando láudano, un analgésico de consumo bastante común en la época Hay que señalar que esta sustancia procede del opio, y puede producir efectos psicotrópicos si es utilizado en dosis lo suficientemente grandes.
Por otro lado, algunos han creído ver en las alucinaciones que sufre su personaje, Alicia, una referencia a las sustancias psicodélicas. Por ejemplo, en el caso de la Amanita Muscaria que produce macrostesia y microstesia, vemos una analogía en las variaciones de tamaño que sufre Alicia al ingerir trozos de seta.
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Alicia, sortilegio de babia, En el fondo del espejo. Alicia ni supone, ni piensa con la luna por cerebro. Alicia en su pensamiento tirando del hilo de su enredo. Alicia en el laberinto sin minotauro, me llama: teseo!!
Alicia es siempre tan breve que ya ha terminado. Alicia dice que te quiere cuando ya te ha abandonado. Alicia expulsada al país de las maravillas, para Alicia hoy es siempre todavía.
Alicia viajando entre lunas de charla con musarañas. Alicia tejiendo las nubes con tela que nunca se acaba.
Alicia es siempre tan breve que ya ha terminado. Alicia dice que te quiere cuando ya te ha abandonado. Alicia expulsada al país de las maravillas, para alicia hoy es siempre todavía.
Alicia expulsada al país de las maravillas Alicia expulsada al país de las maravillas...

AUTOR.- Enrique Bunbury
YouTube - Enrique Bunbury - Alicia(Expulsada Al País De las M...)
YouTube - Seru Giran - Cancion de Alicia en el Pais

miércoles, 21 de enero de 2009

Rubirosa...Trujillo


Porfirio Rubirosa
Porfirio Rubirosa Ariza (San Francisco de Macorís, República Dominicana, 22 de enero de 1909 — Bois de Boulogne, París, Francia, 5 de junio de 1965) fue un Diplomático dominicano, piloto de Fórmula 1 para Ferrari, buscador de tesoros en el Mar Caribe, piloto de bombardero B-25, jugador profesional de polo, boxeador y reconocido playboy. Nacido en San Francisco de Macorís, República Dominicana en el año 1909. Siendo muy joven acompañó a sus padres a París, donde residió por varios años.

Un día jugando polo, su deporte favorito, Rubi impresionó de tal manera al dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo que éste lo nombró para el cuerpo de ayudantes militares de la Presidencia.

En esos tiempos conoció a Flor de Oro, su primera esposa, hija del dictador. Después del matrimonio fue enviado por Trujillo a Bélgica y de ahí a París, como diplomático. “Será un gran diplomático, porque tiene gracia para la mujeres y además es un gran mentiroso"

Rafael Leonidas Trujillo Molina
(San Cristóbal, 24 de octubre de 1891 - Santo Domingo, 30 de mayo de 1961) fue un militar y político dominicano. Dictador del país como generalísimo del Ejército, gobernó de facto desde 1930 hasta su asesinato en 1961 manteniendo formalmente estructuras constitucionales. Ejerció la presidencia de la República Dominicana entre 1930 y 1938, y entre 1942 y 1952. Conocido popularmente como "El Jefe", " Chapita" (por su gusto desmedido por las condecoraciones) o "El Chivo", su dictadura estuvo caracterizada por el anticomunismo, la represión de toda oposición y por uno de los más acusados cultos a la personalidad del siglo XX.



Porfirio Rubirosa inició una vida legendaria de playboy al casarse sucesivamente con Danielle Darrieux, Doris Duke, Bárbara Hutton y Odile Rodin. Estas últimas consideradas entre las mujeres más ricas y afamadas de la época. Sostuvo también relaciones extra-maritales con Jayne Mansfield,Zsa Zsa Gabor, Veronica Lake, Ava Gardner, Marilyn Monroe, Dolores del Río, Kim Novak, Rita Hayworth, Soraya Esfandiary princesa de Irán, entre otras. Incursionaba en la política como lo hacía en el amor, fue también embajador en La Habana al momento del triunfo de la Revolución Cubana. Luego de la muerte de Rafael Trujillo se le destituyó de su cargo de inspector de embajadas, en 1962 terminando así una extravagante carrera diplomática. Murió el 5 de junio de 1965 en un controvertido accidente automovilístico en París.

lunes, 19 de enero de 2009

Umberto Eco A paso de cangrejo




Umberto Eco

En Eco, el sentido común lo ha educado una cultura humanística en cuyo fondo se encuentra la tradición intelectual de Occidente, unos valores cristianos no siempre coincidentes con los de la jerarquía eclesiástica, y una mirada vacunada contra la estupidez tecnológica. Sirviéndose de esto y utilizando con precisión los estiletes de su conocimiento semiótico, le salen unos artículos espléndidos, de gran claridad y potencia intelectual. Buscando antes que nada la pedagogía, su primer paso suele marcarlo la clarificación semántica. Y es que, ¿para qué vamos a enredarnos en debatir posicionamientos sobre Iraq si la mayor parte de la población –y del Pentágono– desconoce en qué se diferencia un integrista de un fundamentalista


A paso de cangrejo

A paso de cangrejo es el más reciente título de Umberto Eco, una compilación de notas periodísticas publicadas en Italia entre los años 2000 y 2006, más algunas conferencias.
Los temas principales de estos “artículos, reflexiones y decepciones” son tres: política internacional, Berlusconi, la sociedad multiétnica y mediática; a éstos se suman notas culturales diversas.
El título alude a un autor ficticio, Crabe Backwards, aparecido ya en otro libro anterior, La bustina di Minerva (2000), quien calificaba a la reinante “tecnología ligera” de retroceso. En sintonía con él, Eco traslada la metáfora a la política y la sociedad mediática, con todos sus engendros, el populismo en primer lugar. En un sinnúmero de fenómenos reconoce el paso crustáceo de la sociedad –signo inefable del desandar.
Según esto, “se vio claramente que avanzábamos hacia atrás después de la caída del muro de Berlín”; “después de los cincuenta años de guerra fría, los casos de Afganistán y de Irak nos retrotraen triunfalmente a la guerra real o guerra caliente […] y nos ofrecen un nuevo episodio de las Cruzadas con el choque entre el islam y la cristiandad”; además de que “han reaparecido los fundamentalismos cristianos, que parecían propios de la crónica del siglo XIX”, “ha surgido de nuevo el fantasma del peligro amarillo” .
Por otro lado, Eco desanuda con tino la maraña conceptual, próxima a la ambigüedad, que pulula en toda aproximación a las desviaciones musulmanas de hoy: integrismo, fundamentalismo, terrorismo, racismo… “El fundamentalismo está vinculado a la interpretación de un libro sagrado”; “se entiende, en cambio, por integrismo una postura religiosa y política por la que los principios religiosos personales tienen que convertirse al mismo tiempo en modelo de vida política y fuente de las leyes del Estado” El integrismo islámico, en su mayor parte, no puede ser considerado racista porque se basa en una pertenencia religiosa, no en una raza.
Quedan establecidas pues algunas distinciones útiles para volver a la discusión, que teje a lo largo de diferentes artículos.
Entre la miscelánea cultural destacan tres ensayos. “A hombros de gigantes”, acaso la mejor pieza del volumen, es un comentario inteligente al refrán Enanos sentados sobre los hombros de gigantes. Eco distingue diferentes momentos históricos y sus respectivas tribulaciones en la historia de la innovación, del respeto a la tradición, y estudia el equilibrio sano entre ambos.
En “Cómo hacer un contrato con los romanos”, Eco recupera un libelo que Quinto Tulio Cicerón escribiera para uso y beneficio de su hermano Marco Tulio, cuando éste presentaba su candidatura al consulado. El redescubrimiento de estas estratagemas retóricas es espeluznante en tanto ciertas afinidades y semejanzas han llegado incólumes a nuestro milenio y nuestras geografías.
En el ensayo “Del juego al carnaval”, Eco diferencia el concepto de lo lúdico (recuérdese a Daniel Bell, a Gilles Lipovetsky) de lo carnavalesco. Y acusa al hombre contemporáneo de haber convertido el mundo del trabajo en un carnaval, desde el deportista profesional que finge un foul, hasta el empleadillo que hurta minutos a su trabajo para navegar por internet.

“Como somos criaturas lúdicas por definición, y hemos perdido el sentido de las dimensiones del juego, vivimos en la carnavalización permanente”