miércoles, 28 de julio de 2010

ABSURDO

Un poema persigue a una gallina

en el aire;

la gallina, vestida de etiqueta por cierto,

pone una docena de versos en las nubes,

mientras el poema grazna feroz a la luna.

Las pisadas de la gallina dejan múltiples

pistas al poema,

pero la gallina picotea primero

y escupe, con asco, una rima. ...


Un día agradable en el medio de la noche,

Dos muchachos muertos se levantaron a la lucha.

Adosados mutuamente se hicieron frente,

Dibujó sus espadas y se tiró.

Uno era persiana y el otro no podría ver,

Eligieron tan un maniquí para un árbitro.

Un hombre oculto fue a ver el juego justo,

Un hombre mudo fue a gritar “hooray!”

Un policía sordo oyó el ruido,

Y acometio a los dos muchachos muertos.

Un burro paralizado que camina cerca,

Golpeó el cobre con el pie en el ojo,

Enviado le a través de una pared de goma,

En una zanja seca y ahogados todos.

(Si usted no cree esta mentira es verdad,

Pregunte a hombre oculto -- él lo vio también!)


Teatro del absurdo

es un término que abarca un conjunto de obras escritas por ciertos dramaturgos estadounidenses y europeos durante las décadas de 1940, 1950 y 1960 y, en general, el estilo teatral que surgió a partir de la obra de aquellos.

Se caracteriza por tramas que parecen carecer de significado, diálogos repetitivos y falta de secuencia dramática que a menudo crean una atmósfera onírica.

El teatro del absurdo tiene fuertes rasgos existencialistas y cuestiona la sociedad y al hombre. A través del humor y la mitificación escondían una actitud muy exigente hacia su arte. La incoherencia, el disparate y lo ilógico son también rasgos muy representativos de estas obras.

Sus raíces pueden encontrarse en las obras de "moralidad alegórica" de la Edad Media y en los autos sacramentales (dramas religiosos alegóricos) de la España barroca, en la literatura del "no-sentido" de autores como Lewis Carroll, en las obras de ensueño de Strindberg y las novelas de James Joyce y Franz Kafka, en el drama grotesco de Alfred Jarry; y en las farsas fráticas de Georges Feydeau; obras que tuvieron como continuadores directos el movimiento dadaísta y el surrealismo de los años 1920 y 1930. Una de las fuentes teóricas más potentes del teatro del absurdo fue El teatro y su doble, obra originalmente publicada en 1938 de Antonin Artaud, creador del estilo del teatro de la crueldad Surge en el siglo XX. Los autores comenzaron a aglutinarse bajo la etiqueta de lo absurdo como una forma de acuerdo frente a la ansiedad, lo salvaje y la duda ante un universo inexplicable y recayeron en la metáfora poética como un medio de proyectar sus más íntimos estados. Es por ello que las imágenes del teatro absurdo tienden a asumir la calidad de la fantasía, el sueño y la pesadilla, sin interesarle tanto la aparición de la realidad objetiva como la percepción emocional de la realidad interior del autor.

Así, por ejemplo, la obra Días felices de Beckett (1961) expresa una generalizada ansiedad del hombre sobre la aproximación de la muerte, a través de la imagen concreta de una mujer hundida hasta la cintura en el suelo en el primer acto y hasta el cuello en el segundo, mientras que en Rinocerontes de Ionesco (1960) se muestra la ansiosa preocupación acerca del esparcimiento de las inhumanas tendencias totalitarias mostrando a la población de una ciudad transformándose en salvajes paquidermos.

Entre los principales dramaturgos del teatro del absurdo se cuentan René Marques, Alfred Jarry, Antonin Artaud, Virgilio Piñera, Eugène Ionesco, Samuel Beckett, Jean Genet, Tom Stoppard, Arthur Adamov, Harold Pinter y Slawomir Mrozek. Algunas obras representativas son: Esperando a Godot, de Beckett y El rinoceronte, de Ionesco, o de este último también La cantante calva. Fuera del teatro: algunas de las películas de Luis Buñuel podrían catalogarse de absurdistas, si bien la clasificación es discutible.

La literatura del absurdo da muestra de la filosofía del dramaturgo de la cual Beckett es uno de los máximos representantes. Aunque más bien a Beckett se le relaciona con el Teatro del absurdo donde la tragedia y la comedia chocan en una ilustración triste de la condición humana y la absurdidad de la existencia. El dramaturgo del absurdo viene a ser un investigador para el cual el orden, la libertad, la justicia, la "psicología" y el lenguaje no son más que una serie de sucesivas aproximaciones a una realidad ambigua y decepcionante. El dramaturgo del absurdo desmantelará el viejo universo cartesiano y su manifestación escénica.

El término lo acuñó el crítico Martin Esslin, quien lo convirtió en título de un libro de 1962 sobre la materia. Esslin consideró que estos dramaturgos daban expresión artística a la filosofía del absurdo de Albert Camus que indica que la vida es inherentemente absurda y tal es su sentido. Camus, en particular, decía que la humanidad tenía que resignarse a reconocer que una explicación complementamente racional del universo estaba más allá de su alcance; en ese sentido, el mundo debe ser visto como absurdo.

en palabras de Esslin, "Es una modalidad dramática que se rige por los principios existencialistas expresados en términos absurdos

La filosofía del absurdo, llamada en ocasiones absurdismo, establece que los esfuerzos realizados por el ser humano para encontrar el significado absoluto y predeterminado dentro del universo fracasarán finalmente debido a que no existe tal significado (al menos en relación al hombre), caracterizándose así por su escepticismo en torno a los principios universales de la existencia.

Por ende propugna que el significado de la existencia es la creación de un sentido particular puesto que la vida es insignificante por sí misma, y que la inexistencia de un significado supremo de la vida humana es una situación de regocijo y no de desolación, pues significa que cada individuo del género humano es libre para moldear su vida, edificándose su propio porvenir.

Nace cuando el filósofo y escritor francés Albert Camus, partiendo del movimiento existencialista, se aparta de esa línea filosófica al publicar su manuscrito El mito de Sísifo. También se relaciona con "El extranjero", obra del mismo autor. La filosofía del absurdo está vinculada al existencialismo, aunque no debe ser confundido con éste (hay quienes la consideran un hipónimo de nihilista).

De acuerdo a la filosofía de Camus, los esfuerzos realizados por el ser humano para encontrar el significado dentro del universo acabarán fracasando finalmente debido a que no existe tal significado (al menos en relación al hombre), caracterizándose así por su escepticismo en torno a los principios de la existencia

Esta filosofía también postula que la vida es algo insignificante, que no tiene más valor que el que nosotros le creamos. De esta forma, puede entenderse la vida como un conjunto de repeticiones inútiles, vacías y carentes de sentido y significado, que se llevan a cabo más por costumbre, tradición e inercia que por coherencia y lógica.

Las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial suministraron un ambiente social propicio para las visiones absurdistas, especialmente en la devastada Francia.


Pareciera inevitable encontrar en la tendencia humana a fundamentar, el origen de la concepción de lo absurdo. El hombre persigue constantemente el principio de razón . Nada es porque sí. Todo debe tener una causa o motivo que lo justifique. En el pensamiento religioso, tal causa "eficiente" es Dios, que obra, en tal concepción, como un artesano modelador y ordenador del cosmos.

En la cosmovisión atea, tal expediente está vedado. Y de esta manera, el universo y todos los entes, sea en su existencia o en su esencia, son sin un motivo, causa o porqué. Cuando la carencia de esta justificación, que necesita la razón humana, se verifica, aparece la sensación del "sin sentido", o, en otros términos, del absurdo.

Podríamos decir, partiendo de lo que acabamos de señalar, que la categoría del absurdo es una incorporación que la existencia humana y su específica racionalidad introducen en el mundo. Porque hay hombre hay necesidad de racionalización de todo cuanto es. Si tal racionalización no se cumple en cualquier situación verificada, ésta queda sin justificación. La no justificación no es aceptada por la razón y, por consiguiente, se habla entonces de absurdo.

El encadenamiento de causa-efecto es una necesidad de la razón, como filósofos de gigantesca talla han establecido. Lo que pareciera imperioso preguntar, ahondando -precisamente de modo filosófico- en esta cuestión, es: "¿por qué es imperioso que todo deba tener una causa?". Cuando esta necesidad a la que el hombre se siente arrastrado de modo natural se pone en tela de juicio, se desvanece la categoría de absurdidad de los seres y de un cosmos eterno o increado y al mismo tiempo, desprovisto de fundamentos.


http://www.youtube.com/watch?v=sPuvw67ag9k

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