En el año 2000 Lou Reed se presentó en el Teatro de Verano. A pesar de que nunca había llegado a Uruguay un artista de rock de su calibre (dejando de lado gustos y yendo sólo a lo esencial, ¿quién lo había precedido que se pudiera comparar? ¿Eric Clapton? ¿Rod Stewart? ¿Sting? Vamos, seamos serios...), el teatro distaba de estar lleno, hacía frío y para peor empezó a llover. Impávido y casi sin hablar, Reed se dedicó a dar un show muy poco complaciente, en el que se limitó a tocar su disco más reciente, Ectasy (2000), y apenas un puñado de sus hits (incluyendo un “Perfect Day” que sonó algo irónico en relación al clima). Sin embargo, los presentes en el raleado público quedaron convencidos de que acababan de asistir a algo realmente grande, que había pasado un gigante por el Ramón Collazo. Una oportunidad que ayer nos enteramos de que ya no se va a repetir.
Resumir la importancia de Reed en la música popular de las últimas cuatro décadas es complicado y fútil, y el detalle de su biografía puede encontrarse en todas partes en la web, pero vale la pena repasar algunas cosas. Sus hallazgos en la fracasada (en términos de popularidad) banda The Velvet Underground son solamente comparables con los de The Beatles, pero son méritos compartidos con su compañero de banda, el galés y vanguardista John Cale, y su productor, el legendario Andy Warhol, quien al menos durante los primeros tiempos de la banda ofició como una suerte de gurú distante y exigente a la vez.
En general, suele resumirse la música de The Velvet Underground -a causa de su minimalismo general y la temática callejera de sus temas- a esta última característica de precursores del punk, pero si bien el pesimismo sucio de algunas de sus canciones suena claramente discordante con la atmósfera general del rock de los 60, casi todas sus vertientes se pueden encontrar en sus discos, que contienen canciones radiantes, canciones sórdidas, canciones tristes, canciones violentas y canciones delicadas, en una de las obras más completas que haya dado el entonces juvenil género del rock, al que Reed le aportó una de sus primeras voces adultas.
La carrera solista de Reed, afectada por su consumo de drogas, alcohol y ego, es mucho más irregular e incluso tiene discos completamente prescindibles, pero sus aciertos y riesgos son deslumbrantes: el excelente Transformer (1972) redefinió el glam como una plataforma de expresión de la homosexualidad y no sólo un simple coqueteo con ésta; Berlin (1973) le dio auténtica categoría literaria al género de las “óperas rock”; los subvalorados Street Hassle?(1978) y The Bells (1979) establecieron un vínculo entre el rock de las alcantarillas neoyorquinas y el jazz de vanguardia distintivo de dicha ciudad; The Blue Mask (1982) dibujó el mapa de guitarras del rock independiente de los 90; New York (1989) lo reinventó como predicador político indignado; y Magic and Loss (1989) presentó una de las reflexiones más serias sobre la muerte y la enfermedad que se hayan convertido en canción. Hasta algunos de sus errores fueron fascinantes, como el insoportable Metal Machine Music (1975), un disco doble de loops de ruidos electrónicos que puede considerarse el equivalente musical al mingitorio de Marcel Duchamp o el que terminó siendo su testamento, el defenestrado Lulu (2011), que tendió un puente imposible entre su rock and roll simple e intelectual y la angularidad populista de Metallica. Es difícil no encontrar algo fascinante en la música de Reed, es imposible disfrutarla en su totalidad.
Entrevistado hostil y líder de banda caprichoso y paranoico, Reed tenía fama de ser un personaje más bien intratable (fue definido alguna vez por su fan/adversario, el periodista Lester Bangs, como “uno de los mayores pelotudos de Nueva York”), pero como todos los grandes arrogantes era también un gran inseguro. Convencido por sus dos managers (Andy Warhol primero y Steve Seznick después) de que no era un buen cantante, cedió varios de sus mejores temas de The Velvet Underground a la chanteuse alemana Nico y al bajista sustituto de John Cale, Doug Yule. En el primer caso fue seguramente un acierto gracias a la interpretación helada de Nico (que a su vez era una cantante técnicamente nula), en cambio Yule apenas se limitó a “normalizar” canciones como “New Age” y “Oh, Sweet Nothing”, que hubieran quedado mucho mejor en la voz de Reed. Si bien era un cantante muy limitado de rango -hasta el punto de que la primera impresión que solía dar era la de que estaba hablando y no cantando-, el fraseo de Reed era algo único (aunque haya sido copiado hasta la saciedad) y su poderosa expresividad sigue siendo un desafío constante para esa gente limitada que sólo puede valorar a un cantante en términos de su volumen o su capacidad para sumar octavas.
Algo similar pasó con su rol como guitarrista; a pesar de ser un instrumentista rítmico limitado y solista ruidoso, Reed desarrolló en The Velvet Underground un sonido tosco pero profundamente personal y que sería imitado por centenares de guitarristas en el futuro (es uno de los precursores tanto del estilo conocido como jangle como de todos los guitarristas punk), pero cuando comenzó su carrera solista abandonó la guitarra para dedicarse exclusivamente al canto, siendo sustituido por una infinidad de sesionistas muy superiores en lo técnico e imposibles de diferenciar entre sí. Tendría que llegar a su banda otro distinto, el exquisito Robert Quine, para que en los 80 Reed volviera a asumir su rol como guitarrista y volviera a demostrar su sonido único y rabioso.
En mayo había tenido que pasar por un trasplante de su castigado hígado, operación siempre difícil, sobre todo para alguien mayor de 70 años. Luego, con su característica bravuconería, declaró sentirse mejor que nunca, por lo que fue algo sorpresivo enterarse -un domingo de mañana, el título de la primera de sus canciones en conocerse, “Sunday Morning”- que había fallecido por motivos que aún se desconocen, pero que se intuye que están relacionados con sus problemas hepáticos.
Como era de esperarse, los medios y las redes sociales se llenaron de condolencias y lamentos doloridos por la muerte de Reed, ninguno de ellos más sentido que el de su ex compañero de Velvet John Cale, quien, tras haber pasado más años en feroz enemistad que en armonía con Reed, escribió: “El mundo ha perdido a un excelente compositor y poeta... Yo perdí a mi amigo del patio de escuela”.
Si de una cosa careció la poesía de Lou Reed fue de espiritualidad religiosa, a pesar de algunas canciones engañosas como “Jesus”. Clavada en el asfalto, la lírica del autor de “Waiting for my Man” dejaba poco lugar a la trascendencia metafísica e incluso cuando conversaba con un interlocutor agonizante en “Sword of Damocles” (“Hay cosas que no podemos conocer / Tal vez hay algo más allá / Algún otro mundo del que no sabemos / Yo sé que odiás esa mierda mística”) parecía estar hablando consigo mismo. Algo que también estaba presente como remordimiento en una de sus canciones elegíacas, “Dime Store Mystery”, en la que refiriéndose (aparentemente) al entonces recién fallecido Andy Warhol, Reed reflexionaba: “Hay un funeral mañana / En San Patricio las campanas van a doblar por ti / Ah, en qué debiste haber estado pensando / Cuando te diste cuenta de que te había llegado la hora / Yo desearía no haber desperdiciado mi tiempo / en tanto humano y tanto menos divino”.
Ante una obra tan estremecedoramente humana como la de Reed, no parece haber tiempo desperdiciado, no al menos para los miles de solitarios, de extraños, de curiosos y diferentes que encontraron en sus canciones una comprensión inesperada y un santuario secreto, en el que, a pesar de todas tus amputaciones, podías bailar escuchando tu estación de rock and roll. Y estaba todo bien.
Consumo de servicio de prensa ilegal en el Estado
Desde hace casi diez años varios ministerios y el Parlamento acceden a los medios de prensa a través de una compañía con antecedentes penales por violación al derecho de autor. Durante años la situación pasó desapercibida. Hoy la empresa vuelve a reincidir y se enfrenta a denuncias penales de tres medios impresos. En el Parlamento todos los legisladores tienen acceso a ese sistema ilegal, lo que pone en entredicho las partidas de prensa que tienen asignadas. Y esa práctica ocurre nada menos que en un momento en que diarios y semanarios se enfrentan a una crisis global que hace temer por su futuro.
Mientras la justicia clausuraba varios negocios de fotocopiado en una galería céntrica, el ministro de Educación y Cultura, Ricardo Ehrlich, declaraba que el caso le daba “una energía particular” a la discusión sobre el derecho de autor, cuya legislación debía discutirse ante la aparición de las nuevas tecnologías. La declaración sonó oportuna para el episodio de las fotocopiadoras, pero lo cierto es que la violación al derecho de autor se viene dando en las narices del gobierno, y desde hace tiempo. El caso de Ental sa y sus vínculos con el Estado uruguayo es una muestra de ello, con el aditivo de que incide en los recursos del periodismo impreso, un sector en declive a nivel mundial y que en algunos países recibe subsidios estatales en virtud de esta situación.
Ental sa es la empresa propietaria del sitio web www.mipais.com.uy. Ofrece a sus clientes un servicio con dos modalidades. Con una clave de usuario, a través de esa página se puede acceder a la información actualizada de los medios escritos capitalinos y del Interior, de radios en Internet y todos los informativos centrales de cinco canales televisivos (4, 5, 10, 12, y vtv). Al acceder a la página, la información está clasificada por temas. También hay filtros de búsqueda: se pueden buscar noticias a partir de una sola palabra, que hayan aparecido en un rango de fechas, o que correspondan a tal o cual medio. La oferta no acaba ahí: también se puede acceder a clippings de prensa, un resumen de noticias en formato digital en un solo archivo de Word o pdf. La segunda modalidad de servicios consiste en recibir en la casilla electrónica personal un clipping de prensa, según las preferencias del cliente.
En resumen, el negocio consiste en reproducir digitalmente los ejemplares de varios medios y luego almacenarlos y divulgarlos a sus suscriptores mediante el correo electrónico o través de la web. El problema es que el negocio encierra una ilegalidad: toda la operación se hace sin la licencia y autorización de al menos la editorial Ágora (propietaria del semanario Búsqueda), de El País sa y del semanario Brecha. Los dos primeros medios ya hicieron la denuncia en el Juzgado Penal de 12º Turno el 24 de setiembre pasado. Brecha amplió la denuncia esta semana en el mismo juzgado.
La conducta encuadra en delito previsto en el artículo 46 de la ley 9.739, que establece una pena de tres meses de prisión a tres años de penitenciaría al que con ánimo de lucrar edite, venda, y reproduzca por cualquier medio una obra sin la autorización del autor. El acto no es otra cosa que la “apropiación del esfuerzo y las ganancias que legítimamente pertenecen” a estas publicaciones, consigna la denuncia presentada por los medios.
Ental sa está integrada por Juan José Clerici García, Laura Carolina Gómez Jacques, Elder Gómez Alt y Nancy Beatriz Casuriaga de los Santos. Según el Registro Nacional de Comercio, Clerici figura como presidente de Ental, mientras que Gómez Jaques es la administradora. Elder Gómez sería representante y apoderado de Ental, según figura en múltiples contratos que la firma ha suscrito con el Estado. Nancy Casuriaga es empleada, así figura en su perfil de la red social Sonico y en los registros del bps.
Elder Gómez Alt es un viejo conocido en las lides de este tipo de reproducción ilegal. Fue procesado el 21 de noviembre de 2006, justamente por el delito previsto en la ley recién mencionada. La sentencia fue dictada el 21 de noviembre de 2007 y le impuso una condena de nueve meses de prisión. Lejos de amilanarse, Gómez Alt y Ental sa han vuelto al ruedo desde aquel entonces. Y esos antecedentes no le han impedido hacer contratos con un variopinto conjunto de organismos estatales.
Según la denuncia de Búsqueda y El País, entre el 1 de abril de 2012 y el 5 de setiembre de 2013 Ental firmó contratos por un total de 3.346.864 pesos. Las ganancias de la empresa pueden ser mayores si se toma en cuenta que desde 2004 firmó 69 contratos con el Estado
Brecha realizó un relevamiento en la base de datos de compras públicas. Ental presta servicio al mismísimo Ministerio de Educación y Cultura (mec), que justamente es el organismo encargado de velar por el derecho de autor. En sus registros figura una compra directa por 97.600 pesos por concepto de suscripción al servicio, adjudicada el año pasado. El director general del mec, Pablo Álvarez, al ser consultado por Brecha dijo desconocer la situación irregular de la empresa y todos sus antecedentes. “Confiamos en los registros de proveedores y allí no figuraban antecedentes”, respondió. Confirmó que todo el ministerio es usuario del servicio. El directorio de Canal 5 (unidad ejecutora del mec) también contrató los servicios de Mipaís por un año en 2011 a un costo de 11 mil pesos. No es la única compra del canal público: ese año también figura una compra por 93.940 pesos anuales por concepto de “servicio de producción para televisión”.
La Secretaría de Comunicación de la Presidencia amplió hasta 2014 el contrato que ya tenía desde el año pasado con Ental. La resolución (del 5 de agosto pasado) está justificada en que la empresa actuó a “total conformidad” de esa oficina. El monto del contrato es de 21 mil pesos mensuales. Ental también se pasea por varios ministerios: el mvotma se suscribió al servicio este año por 8.540 pesos mensuales. Además, por la resolución 92/2013 de ese ministerio, el Banco Hipotecario, el piai, ose y Mevir tienen acceso al servicio. El Ministerio de Industria también pagó una suscripción de 69 mil pesos anuales en febrero de este año.
En el Ministerio de Defensa figuran dos compras directas a Ental: una realizada en 2012 por la secretaría general por 65.800 pesos en 12 meses. La otra fue hecha en diciembre de 2011 por la Dirección Nacional de Inteligencia de Estado por un valor de 115.304 pesos, para el “mantenimiento del sistema informático” que presta Ental sa durante 2012. En 2009 el Ministerio de Transporte se suscribió al servicio por 35.722 pesos en seis meses. La cartera de Ganadería contrató el servicio de mantenimiento de software este año por 71.999 pesos anuales. También el Ministerio de Trabajo, que firmó en febrero un contrato de suscripción anual por un total de 103.212 pesos.
Ental sa también figura como proveedor de “servicios de prensa digital” del Tribunal de Cuentas. Y recientemente se le abrió una oportunidad de negocios en el bps. El lunes se realizaba la apertura de sobres de una licitación para la contratación de “servicios de resúmenes de prensa”, y Ental era la principal oferente.
Las intendencias también figuraron como clientes de esta firma. El pasado gobierno del frenteamplista Ramón Fonticiella en la comuna de Salto gastó 19.520 pesos en un contrato con la firma. En 2007, año en que Gómez Alt fue sentenciado, la empresa fue cliente de la Intendencia de Canelones.
. Pero los senadores y diputados, quizás uno de los públicos más ávidos de prensa escrita, también tienen a disposición este servicio, a pesar de que gozan de partidas específicas para gastos de prensa. El 25 de julio de este año se firmó la última extensión de un contrato de “larga data” con el Parlamento, confirmó a Brecha el secretario de la Cámara de Senadores, Hugo Rodríguez. El contrato, de 49 mil pesos mensuales, incluye 37 cuentas de usuarios, lo que abarca a todos los senadores y al servicio de prensa del Senado, ilustró Rodríguez. El secretario explicó que antes de prorrogar el contrato se consultó a los senadores para ver sí les era útil y todos dieron una respuesta afirmativa.
Rodríguez respondió que al hacer las consultas para concretar las sucesivas extensiones de los acuerdos no se tuvo conocimiento del procesamiento de Gómez Alt. Consultado acerca de la denuncia realizada por los medios, dijo que recién cuando se constate “alguna irregularidad” se verá cómo proceder. Según consta en la denuncia, el senador nacionalista Gustavo Penadés confirmó que regularmente recibe correos de Ental sa con clippings de prensa.
Entre los diputados, el colorado Aníbal Gloodtdofsky reconoce expresamente en la denuncia de Búsqueda que recibió clippings de Mipaís. Pero lo cierto es que el mismo contrato que la Cámara alta tiene con Ental se repite en la Cámara de diputados para los 99 miembros. Es más, el contrato fue firmado a raíz de la experiencia en el Senado, informó a Brecha el secretario de la Cámara de Representantes José Pedro Montero.
En las consultas hechas por este semanario a legisladores de todos los partidos, algunos dijeron utilizarlo pero sin saber que hubiera un contrato, y otros, a pesar de tener el servicio a disposición, ni siquiera lo conocían. Los diputados nacionalistas Jaime Trobo, Pablo Abdala y Álvaro Delgado reconocen utilizarlo fundamentalmente por las aplicaciones de audio y video, pero ni Delgado ni Trobo recordaban con precisión si lo utilizaban en el marco de un contrato entre la Cámara y la empresa. El diputado colorado Fitzgerald Cantero estaba al tanto de la existencia del portal, pero sostuvo que dejó de usarlo hace tiempo. Los frenteamplistas Doreen Ibarra, Roque Arregui, Susana Pereira, Carlos Gamou no lo conocían, así como otros diputados de la oposición, como los colorados Walter Verry y Germán Cardoso, o los nacionalistas Javier García y Gustavo Borsari.
Con un servicio de resúmenes de prensa que da acceso a todos los medios cabe preguntarse cuál es la pertinencia y el destino de partidas de prensa que rondan los 17 mil pesos por legislador. No hay rendición de cuentas sobre estos rubros. Por eso, si no se gastan en su totalidad, en los hechos son un complemento cuyo destino queda a discreción del legislador. Los gastos de prensa están gravados con irpf en caso de no ser cedidos a un sector político. Políticos y funcionarios consultados sostienen que el servicio de Mipaís es complementario a la partida de prensa porque sirve para rastrear información histórica y específica. Para diversos funcionarios y políticos consultados, “utilizar el servicio no quiere decir que no se compren los diarios”. Otros, aparentemente sin conocer la ilegalidad del servicio, advierten que lo usan “para rastrear información específica”. No obstante, varios legisladores no brindaron una respuesta concreta cuando se les preguntó por el destino de la partida para prensa o las cifras de gastos en la compra de diarios y semanarios.
En diálogo con Brecha, el politólogo Daniel Chasquetti, especialista en temas parlamentarios, aportó otra visión sobre las partidas de prensa. “Yo he salido a preguntar a legisladores de todos los partidos en la anterior legislatura qué hacían con las partidas, y la mayoría las guardaban para gastar en la campaña. Atrás de todo está el problema del financiamiento de la política, que es más serio que el de la corrupción. Cuando se votó la ley de financiamiento de los partidos no se pensó en el tema de las partidas.
Del 96 para acá el sistema de las internas obliga a los legisladores a competir porque a partir de ahí se ordenan las listas. Salvo el mpp o el pcu, que funcionan como una maquinita que les hace una detracción al sueldo, el resto de los legisladores son pequeños empresarios. Perfectamente el Parlamento podría comprar suscripciones a los principales medios nacionales e internacionales, que saldría más barato. Y ese dinero de la partida de prensa dárselo a los legisladores como una partida para pagar asesores y no como prensa. Hay un viejo poder discrecional asignado a cualquier parlamentario que es viejo. Me parece bien que se abra una discusión y se blanquee”, remató.
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Entrevista al clítoris
Un médico entrevistó al órgano femenino.
El órgano femenino admite que no es fácil hablar de él. "Soy el más estigmatizado y perseguido".
Contrario a lo esperado, no fue difícil contactar al clítoris para esta entrevista. Bastó una llamada y una invitación a sentarse en el banquillo de los órganos para que aceptara. “Y eso –dice este órgano eminentemente femenino- que no estoy acostumbrado a que los periodistas me busquen… Es más, me da la impresión de que también me evitan”. Dice vivir sorprendido por el resquemor que genera en muchos la sola mención de su nombre y asegura, sin titubear, que “soy el órgano más estigmatizado y perseguido de la historia, sobre todo en ciertas culturas, tal vez porque fui creado para cumplir con una única función: proporcionar placer”.
¿Por qué se llama así?
Mi nombre tiene origen en la palabra griega kleitoris, que significa “pequeña elevación”. Y déjeme decirle que aunque me llamo así desde que me conozco, durante diez siglos se ocultó mi existencia…
¿Y eso por qué?
Créame que durante la Edad Media, e incluso mucho más allá de la época moderna, hablar de mí se consideraba pecado. Entienda usted que habito en una parte del cuerpo femenino que aún hoy genera sonrojos.
¿Y cuál es la razón?
Empiezo por decirle que soy el único órgano humano que tiene como propósito exclusivo el de proporcionar placer. Si a eso sumamos que este placer está ligado a lo sexual y a la figura femenina, tan minimizada y oprimida durante tanto tiempo, pues ya se puede imaginar la que se arma cuando mi nombre sale a flote…
Pero con el pene pasa lo mismo…
No… Ni se le ocurra comparar. Del falo, que no es un órgano exclusivo para el placer (pues también tiene fines reproductivos), hasta se han levantado monumentos; su figura no es ajena para nadie. Si invita a alguien a que se imagine la figura de los dos órganos, la del pene viene a la mente de inmediato… Para la gente ni siquiera tengo forma.
Ya que estamos en éstas, ¿cómo es usted?
Muchas personas piensan que soy un pene pequeño, y aunque soy un vestigio de la formación de dicho órgano, están muy equivocados. Soy como una Y invertida de tejido eréctil (cuerpos cavernosos que se llenan de sangre cuando se estimulan). Mi tamaño varía, pero lo que se ve es una especie de glande que mide, en reposo, medio centímetro más o menos. En estado de erección puedo hasta triplicar mi tamaño.
¿Cómo así que erección?
Sí, señor, no se aterre. En ese centímetro escaso tengo ocho mil terminaciones nerviosas muy sensibles, más del doble de las que tiene el pene; el estímulo desencadena una serie de reacciones que hacen que estos cuerpos cavernosos se llenen de sangre, me aumenten el tamaño y multipliquen mi sensibilidad… No es para menos: estoy conectado con más de 15 mil terminaciones nerviosas en la región pélvica. Mejor dicho, soy la llave maestra de un complejo, pero maravilloso, mecanismo de placer… Y disculpe que me eche tantas flores.
A ver: usted es el vestigio de un pene, tiene nombre masculino, pero es ciento por ciento femenino. ¿Eso no le causa problemas de identidad?
(Risas) Todo lo contrario. Soy por antonomasia la identidad femenina, en todas las hembras mamíferas. Quizá por eso he sido tan estigmatizado.
¿Se siente perseguido?
Hoy no tanto, pero qué tal si le digo que da pena revisar los libros de anatomía de veinte años para atrás. Pensaban que yo no era sino la parte externa, lo que se ve, cuando en realidad soy diez veces más de lo que aparecía en las revistas médicas y algunos consultorios.
¿Qué tiene usted que ver con el orgasmo?
Le reitero que soy un órgano de placer y no exagero si le digo que soy responsable de por lo menos ocho de cada diez orgasmos. En lo demás intervienen otras partes del cuerpo, pero ese no es mi asunto.
¿Es cierto que los señores tienen orgasmos más rápido porque usted es demasiado exigente y pide mucho tiempo?
Veo, por su sonrojo, que no solo le ha pasado, sino que tampoco me conoce. Déjeme darle una cifra: si me tratan como se debe yo puedo responder en un lapso de uno a cuatro minutos. Lo noto incómodo, mejor pregunte otra cosa…
¿Es cierto que a usted también lo afecta la impotencia y que se deteriora con el tiempo?
Más que sonrojarse muérase de la envidia: crezco con el tiempo y en la menopausia puedo multiplicar mi tamaño. Y por esa razón soy responsable de que las señoras reporten desde esas edades un sexo glorioso, que deja a los hombres boquiabiertos.
Una mujer puede vivir sin usted…
Eso no es cierto. Que algunos salvajes piensen que como mi función es el placer hay que extirparme, para controlar, someter y limitar el derecho de las mujeres a sentir, no cambia la esencia de lo que es: una mutilación criminal, que las hace sufrir profundamente. Pero le cuento algo: esos que me cercenan tampoco me conocen y no logran sacarme del todo. Basta un poco de mí para cumplir con mi función, que es dar placer. Ahí sí que me esmero. Y lo digo con mucho orgullo.
¿Quiere decir algo más?
Sí: me aburre que hablen de mí sin conocerme; con esta entrevista no busco salir del clóset, sino que empecemos a hablar de una parte vital del cuerpo humano sin tanto tabú y sin tanto sonrojo. Y que me llamen a los cuatro vientos por mi nombre: ¡Clí-to-ris!
Nos acompañó la música de :