jueves, 12 de agosto de 2010

LOS CRISTEROS

La Bikina es una famosa canción mexicana compuesta por Rubén Fuentes, en el año de 1964. una versión afirma que la canción esta inspirada en la época de Los Cristeros,

Leyenda de La Bikina

En una noche de tormenta, cruzó por el espacio un lucero luminoso, que fue a chocar contra la cima de un monte, un campesino que había seguido la trayectoria del meteoro, corrió hasta donde supuestamente se había estrellado y cuál fue su sorpresa al ver que en el lugar se hallaba una recién nacida abandonada a su suerte, tal como Superman, historia que también se basa en esta preciosa leyenda. El indígena la recogió y la llevó a su chocita, su mujer la atendió cariñosamente, inclusive la amamantó, ya que acaba de ser madre apenas hacía dos meses. Pasaron los días y la depositó en un convento con las madres Carmelitas La niña creció entre las monjas y cada día sus ojos azules resaltaban más ante la negrura de su cabellera. Se iba tornando de una extraña belleza. Le habían bautizado con el nombre de Carmen un día la paz del apacible convento se vio alterada por un tiroteo feroz, las monjas corrían por los jardines y trataban de esconderse Carmen, resultó el blanco de los hombres, que al verla se quedaron prendidos de su belleza. Encerrada 17 años, sin saber de la vida y de pronto había sido ultrajada, sin entender siquiera qué le había ocurrido, . Carmen olvidó su nombre y todo lo relacionado con su persona, alguien le puso La Bikina, caminó por varios pueblos y haciendo trabajos domésticos se mantenía. Ningún hombre podía acercársele, respondía como una fiera ante cualquier insinuación y se daba a respetar, pero intrigaba su soledad y su mutismo. El destino la puso nuevamente frente a su violador y en esta ocasión, ella le sonrió, no le dijo nada, pero aceptó caminar su mismo rumbo Vivió una noche de amor incomparable y ya para el amanecer salió del lugar subió a la montaña y como la última estrella de anochecer se perdió en el firmamento.

Guerra Cristera

La Guerra Cristera (también conocida como Guerra de los Cristeros o Cristiada) en México consistió en un conflicto armado que se prolongó desde 1926 a 1929, entre el gobierno de Plutarco Elías Calles y milicias de laicos católicos dirigidas por sacerdotes, quienes resistieron la aplicación de legislación y políticas públicas orientadas a restringir la autonomía de las religiones en general y la católica en particul La original Constitución mexicana de 1917 establecía una política que, lejos de separar al Estado de la Iglesia, negaba la personalidad jurídica a las iglesias, subordinaba éstas a fuertes controles por parte del Estado, prohibía la participación del clero en política, privaba a las iglesias de su derecho a poseer bienes raíces, desconocía derechos básicos de los así llamados "ministros del culto" e impedía el culto público fuera de los templos. Tras un período de resistencia pacífica, un número de escaramuzas tuvo lugar en 1926. Las rebeliones formales iniciaron el 1 de enero de 1927 en el centro y occidente del país. Estos rebeldes fueron conocidos como cristeros ya que peleaban bajo el lema "Viva Cristo Rey".

La rebelión cristera en México (1926–1929) fue un intento de elementos feudales ultramontanos de la Iglesia católica mexicana controlada por los jesuitas, con ayuda de bancos y empresas petroleras extranjeras, por derrocar la Revolución Mexicana de 1910 y la Constitución Mexicana de 1917 Como lo documenta “La guerra cristera: el sinarquismo entonces y ahora” (Resumen ejecutivo de la segunda quincena de octubre de 2003, vol. XX, núm. 20), los jesuitas, quienes fueron expulsados de España y sus colonias —incluyendo a México— por Carlos III en 1767, combatieron todo esfuerzo de los mexicanos simpatizantes de los revolucionarios estadounidenses por establecer una república soberana, lo que requería la eliminación de los privilegios feudales de esa Iglesia católica que estaba impidiendo el desarrollo económico de la nación. Cuando la Constitución mexicana de 1917 incluyó artículos basados en el principio de la separación de la Iglesia y el Estado —en la tradición de Carlos III de España, así como también de la Constitución estadounidense—, la jerarquía de la Iglesia católica mexicana controlada por Üntlos jesuitas organizó un derrocamiento de la Revolución Mexicana en defensa de sus privilegios feudales, con la intención de reestablecer un Estado teocrático. Este movimiento contrarrevolucionario organizado por jesuitas como Bernardo Bergöend, fue apoyado y estimulado por las empresas petroleras extranjeras cuyos negocios en México estaban amenazados por los artículos de la Constitución de 1917, los cuales reestablecían el principio de que el subsuelo de México era propiedad de los mexicanos El magnate petrolero William F. Buckley padre y el banquero Thomas W. Lamont, de J.P. Morgan, formaron la Asociación Americana de México en 1921, para oponerse a la expropiación del petróleo por parte del Gobierno mexicano. Lamont también presidía el Comité Internacional de Banqueros, mismo que exigía que México garantizara el pago de su deuda externa a los bancos internacionales.

El padre jesuita Bernardo Bergöend organizó la Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos (ACJM) y la Liga Nacional Defensa de la Libertad Religiosa, organizaciones de las que salieron los caudillos de los cristeros. Al terminar la rebelión cristera, formó la “Liga de la O”, misma que devino en La Base, de la cual la Unión Nacional Sinarquista (UNS) integraba la sección undécima. Luego fungió como asesor de la UNS El movimiento terminó por la intervención imperialista del embajador estadounidense Dwight Whitney Morrow. Algunas estimaciones ubican un número máximo de doscientos cincuenta mil personas muertas entre civiles, efectivos de las fuerzas cristeras, menores de edad y del Ejército Mexicano. .La ley reglamentaria del 130 constitucional facultaba, siguiendo el dictado de la Constitución, a los gobernadores de los estados de la República a imponer cuotas y requisitos especiales a los "ministros del culto". Tal fue el caso de los gobernadores más radicales, como Tomás Garrido Canabal del estado de Tabasco quien decretó normas que iban incluso más lejos, pues obligaban a los "ministros del culto" a casarse para poder oficiar, mientras que en estados como Chihuahua se pretendió forzar a la Iglesia católica a operar con un número mínimo de presbíteros, mientras que en Tamaulipas se prohibió oficiar a los sacerdotes extranjeros.Desde 1925, con apoyo de la CROM se creó la Iglesia Católica Nacional Mexicana, dotándola de edificios, recursos y medios para romper con El Vaticano. Confrontada con esta situación, la Iglesia intentó reunir dos millones de firmas para proponer una reforma constitucional. La petición de los católicos mexicanos fue rechazada. Los católicos llamaron y realizaron un boicot para no pagar impuestos, minimizar el consumo de productos comercializados por el gobierno, no comprar billetes de la Lotería Nacional, ni utilizar vehículos a fin de no comprar gasolina. Esto causó severos daños a la economía nacional, al tiempo que sirvió para que las posiciones de distintos grupos dentro de la propia Iglesia católica en México se radicalizaran.


La radicalización hizo que en zonas de los estados de Guanajuato, Jalisco, Querétaro, Aguascalientes, Nayarit, Colima, Michoacán y parte de Zacatecas, en la Ciudad de México, y en la península de Yucatán creciera un movimiento social que reivindicaba los derechos de libertad de culto en México. La dirigencia del movimiento, cercana pero autónoma respecto de los obispos mexicanos, creyó viable una salida militar al conflicto. En enero de 1927, empezó el acopio de armas; las primeras guerrillas estuvieron compuestas por campesinos. El apoyo a los grupos armados fue creciendo, cada vez se unían más personas a las proclamas de ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva Santa María de Guadalupe! lanzadas por quienes fueron conocidos como los cristeros. El origen del sustantivo cristero es disputado. Hay quienes consideran que fueron ellos mismos quienes utilizaron el nombre primero para identificarse, pero hay investigadores del movimiento, como Jean Meyer, quienes consideran que, en sus orígenes, era una expresión despectiva, usada por agentes del gobierno federal, derivada de cristiano. En todo caso, los que se conocían como cristeros fueron capaces de articular rápidamente una serie de descontentos locales con las consecuencias de la Revolución Mexicana, así como de aglutinar en torno suyo a grupos que, por distintas razones, se oponían a lo que ya para entonces se conocía como el "Grupo Sonora", nombre creado por el origen sonorense de los presidentes Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. No sólo eso, la Cristiada, como también se le conoce, logró un uso muy eficaz de símbolos religiosos profundamente arraigados en las prácticas colectivas en México. Este uso de símbolos como la Virgen de Guadalupe unen, por cierto, a grupos tan disímiles en la historia de México como los primeros insurgentes encabezados por Miguel Hidalgo y Costilla o el líder revolucionario Emiliano Zapata.

Los alzamientos comenzaron en Jalisco, Zacatecas, Guanajuato y Michoacán, luego se sumó casi la totalidad del centro del país. El conflicto tuvo un carácter fundamentalmente rural aunque la dirección de la Liga fue eminentemente urbana.los obispos mexicanos, con muy contadas excepciones se distanciaron rápidamente del movimiento armado, desconocieron a la Liga y trataron de negociar la paz con el gobierno de Calles con la mediación del gobierno de Estados Unidos. México recién había superado un prolongado y muy costoso conflicto armado que ensagrentó durante poco más de siete años buena parte del país. No sólo eso, los cristeros eran un ejército irregular (a pesar de que contaron con algunos militares de carrera en sus filas), que no esperaban recibir pago y que no contaban con mecanismos formales de aprovisionamiento, reclutamiento, entrenamiento, atención a sus heridos o cuidado de los deudos. A diferencia de otros grupos armados en la historia de México no practicaron la así llamada "leva" (una práctica por la que se obliga a personas a sumarse a un ejército). Finalmente, a diferencia muchos grupos armados durante la revolución y antes durante el siglo XIX,elmercadoestadounidense de armas estuvo--al menos formalmente--cerrado para este grupo Al llegar a la presidencia interina Emilio Portes Gil, comenzó una larga negociación, en la que participó como manipulador, el recién llegado embajador estadounidense Dwight Morrow. Se logró un acuerdo de semi-amnistía general para todos los levantados en armas que quisieran rendirse, aunque fueran asesinados a continuación. Se acordó devolver las casas curales y episcopales, y evitar mayores confrontaciones en lo sucesivo. Sin embargo, para ese entonces existía una profunda división en el seno de Iglesia en México. La fractura afectaba desde la cúpula episcopal hasta los laicos. Entre los obispos,lamayoría estaba a favor de un acuerdo con el gobierno, pero había algunos muy combativos opuestos a el acuerdo.

Más importantes, acaso, que las divisiones fueron las consecuencias que el conflicto y el desempeño de los laicos católicos vinculados a la Liga tuvieron para marcar el futuro de las relaciones entre laicos y obispos en el seno de la Iglesia católica en México. Como consecuencia de la ruptura entre la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa y los obispos mexicanos, estos últimos desarrollaron una política de creciente centralización y control de las actividades de los laicos católicos mexicanos por medio de la Acción Católica Mexicana.

Grito de Guadalajara. En ese Grito, 21 de julio de 1934, la Revolución mexicana"--hacía un llamado para que Revolución, triunfante en lo militar, se trasladara a partir de ese momento al ámbito de la conciencia, de la educación y, de manera más específica, de la educación de los niños. El Grito de Guadalajara marcó el inicio de una serie de reformas al sistema educativo mexicano que culminaron con el proyecto de la así llamada "educación socialista". Las tensiones creadas por el Grito fueron de tales dimensiones que, una vez más, se organizaron una serie de movilizaciones que, por su magnitud son conocidas como "La Segunda", es decir, la segunda cristiada, aunque en esta ocasión no hubo fracturas en el seno del episcopado.

La nueva legislación otorga personalidad jurídica a las iglesias y devolvió parcialmente los derechos políticos a los así llamados "ministros de culto", que ahora pueden votar. Sin embargo, la legislación mexicana aún desconoce el derecho de los "ministros de culto" a ser votados, además de que impone mecanismos muy restrictivos para el ingreso de personal religioso extranjero a México. La personalidad jurídica de las iglesias está limitada también en lo que hace a su capacidad para ser propietarias de bienes inmuebles y especialmente para ser propietarias u operar medios de comunicación electrónicos.

La guerra cristera dejó una huella profunda en la vida pública mexicana. En un sentido, dejó en clara la disposición de grupos de laicos dentro de la Iglesia a confrontarse con los líderes de ésta. Las autoridades civiles debieron reconocer la imposibilidad práctica del modelo de relaciones Estado-Iglesia definido por la original Constitución de 1917. Los líderes formales del catolicismo mexicano, especialmente sus obispos, fueron obligados a desarrollar estrategias autónomas de organización y financiamiento de sus actividades.











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